miércoles, 20 de febrero de 2019

LA PÉRDIDA DEL SUELO: EROSIÓN Y SALINIZACIÓN


Suelo salinizado. Sólo crecen ejemplares de "Salicornia"

 Los suelos constituyen el soporte de la biosfera en los medios continentales y son, por tanto, un recurso de primer nivel para la humanidad ya que son el soporte sobre el que se desarrolla la agricultura, ganadería y las masas forestales. Paradójicamente el suelo es uno de los recursos naturales sobre el que existe menor preocupación. Un incendio, por ejemplo, puede causar una enorme alarma social debido a la desaparición de espacios naturales y de árboles, pero rara vez se cae en la cuenta de que al desaparecer la cubierta vegetal la escorrentía superficial pude hacer estragos en el suelo, y por tanto imposibilitar la recuperación futura de la masa forestal.



Suelo erosionado

    Los suelos pueden verse alterados por causas naturales, tal es el caso de un cambio climático que hiciese desaparecer la vegetación de una zona, pero en épocas históricas ha sido la acción humana la que sin lugar a dudas ha producido un impacto mayor en los recursos edáficos. En zonas con pendientes incluso moderadas, la deforestación o los incendios forestales traen consigo la desprotección de los suelos y mantos de alteración, que irremediablemente desembocarán en su rápida erosión por la escorrentía superficial. Si la región cuenta con un clima donde las lluvias torrenciales sean frecuentes, el proceso se verá acelerado tal como sucede en los climas mediterráneos. Si la zona es llana, la acción de la escorrentía superficial será irrelevante, pero las partículas sueltas del suelo serán presa fácil de la deflacción eólica.



Barranco aterrazado (val) como medida contra la erosión.

            La ganadería también puede suponer un factor importante en la degradación de los suelos, cuando los terrenos de pasto son sobrepastoreados superándose la capacidad del medio para regenerar la cobertera vegetal. El sobrepastoreo ha constituido un problema importante en zonas áridas y semiáridas tales como el Sahel y zonas de la península ibérica como Monegros.
    
           También han existido y existen un buen número de prácticas agrícolas encaminadas a conservar el suelo y a minimizar en lo posible la erosión. En muchas zonas los agricultores han llevado a cabo sus roturaciones siguiendo las curvas de nivel, dificultando así la escorrentía y favoreciendo la infiltración. En amplias áreas de la depresión del Ebro se ha cultivado tradicionalmente en los fondos de barrancos sobre los que previamente se han construido pequeños aterrazamientos que detienen los sedimentos, y han originado así un paisaje característico en vales o valles de fondo plano escalonados.


Regadíos abandonados por la salinización del suelo

    Otro grave problema para nuestros suelos y para la producción agrícola futura es la salinización.
    La salinización puede deberse a intrusión de agua marina en los acuíferos continentales o a la excesiva adición de sales en los abonos agrícolas. Pero aquí, el problema es otro.

    Las arcillas del mioceno de la depresión del Ebro sobre las que se han instalado regadíos la segunda mitad del siglo XX son ricas en sodio. El riego en verano provoca el ascenso por capilaridad del agua que ha disuelto la sal del interior del suelo y la evaporación de la misma. La sal cristaliza en superficie… se ha producido la inversión de los horizontes A y B y el suelo queda salinizado.
    Donde las rocas se disponen horizontalmente, puede verse los efectos de una mala práctica del regadío: Parcelas abandonadas por salinización del suelo donde ya sólo crecen ejemplares de Salicornias.
    Por la lenta regeneración del suelo, éste debería ser considerado un recurso no renovablee y ser cuidadosamente conservado.

Regadío abandonado por salinización del suelo



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